Entre las ilustraciones de los temas bíblicos —aunque originalmente no formaban parte de las Hagadás— seleccionamos dos intrigantes escenas de la infancia de Moisés, cuando él vivía en la corte del faraón (f. 9v). Estas escenas no aparecen en la Biblia pero han sido preservadas en el rico tesoro de la leyenda judía. Para una descripción detallada de estas escenas acudimos a Gabriele Sed-Rajna:

Compartimento superior: Moisés tomando la corona del Faraón. El faraón estaba comiendo un día en compañía de su hija y de Moisés. La hija del faraón, con una diadema de oro, está sentada a la derecha, el faraón coronado en el centro y en medio de ellos, el joven Moisés también con una corona. Durante la comida, el muchacho juguetón ha cogido la corona del rey. Este es el gesto evocado. El consejero del faraón interpreta el hecho como un mal augurio. El faraón llama a todos los hombres sabios de Egipto para que decidan si es un acto inocente o calculado para revelar su ambición de despojarle del poder. La pintura muestra a los tres consejeros en una viva discusión. Uno de ellos sostiene un rollo en blanco.

 

Compartimento inferior: la prueba de Moisés. Sabiendo que Moisés estaba en peligro, Dios envió al ángel Gabriel disfrazado como uno de los hombres sabios. Cuando se les preguntó su opinión, Gabriel sugirió que el niño fuera puesto a prueba. Deberían situar ante él una piedra de ónix y un recipiente con brasas. Si elegía el ónix —símbolo de poder— es que actuaba con conocimiento y entonces se le debería matar. De elegir las brasas, debería vivir. Así, a la derecha se ve al faraón en el trono con oro en su regazo. Ante él, el joven Moisés y Gabriel bajando de una nube y guiando la mano del niño hacia la brasa ardiente. La brasa ha quemado la mano del muchacho y él se la lleva a la boca, quemándose así también los labios y la lengua. Esta es la razón de que fuera “lento de habla” durante toda su vida (Éxodo 4:10). Pero así es como salvó la vida. Los consejeros del faraón observan la escena desde la izquierda.