3.5. Hagadá (MS A 422)
		
El manuscrito más famoso de toda la Colección Kaufmann es el llamado Kaufmann Hagadá (MS Kaufmann A 422). Fue compuesto en Cataluña en el siglo XIV. Los primeros investigadores que lo estudiaron pensaron que era de origen italiano. Sin embargo, ulteriores averiguaciones afirmaron su procedencia catalana. Contiene las oraciones, poemas y textos narrativos que se recitan en la vigilia de la Pascua Judía, Pesach, la Fiesta del Paso, en la que se celebra la salida de Egipto y se agradece a Dios por sus milagros. Durante los siglos XI-XV no era raro producir Hagadás para particulares y uso familiar –el manuscrito de Kaufmann muestra señales de su utilización casi excesiva.
		
Tanto en el Hagadá de Kaufmann como en el de Sarajevo hay evidentes rasgos de 
dibujos infantiles, muestra, sin duda, de la considerable popularidad de estos 
manuscritos entre los chicos, cosa explicable en parte por la activa 
participación de los niños en los ritos pascuales. Así, no podemos imaginar 
escena más triste que la del niño llegando a la escuela sefardí elemental de 
Sarajevo con uno de los tesoros más preciados de la familia, algo que quizá les 
perteneció durante muchos años y ahora se veían forzados a vender por las 
estrecheces ocasionadas a la muerte repentina del padre: el suntuoso manuscrito 
iluminado se conocería como el Hagadá de Sarajevo. También ocurrió algo así en 
la familia Schwarz, que poseía un 
espléndido Mahzor iluminado, creado en Francia hacia 1300, y que habían poseído 
desde 1702. En los 1950, al emigrar precariamente a Canadá tuvieron que 
venderlo.
También podemos imaginar al orgulloso padre que muestra a los hijos las 
extraordinarias ilustraciones, tanto en las festividades como en otras 
ocasiones. Jóvenes y viejos se reúnen a su alrededor después de comer para 
disfrutar de las pinturas. Contemplan las escenas del Éxodo, al barbado Moisés 
que guía al pueblo, la ciudad egipcia, sus habitantes y hasta sus perros, a 
quienes dejan atrás junto al temible faraón que les persigue. Miran 
extasiados las maravillosas figuras que pueblan los folios del manuscrito y el 
padre de familia se ve impelido a relatar las historias de la Biblia y sus 
personajes, y atrapa así la imaginación de los más jóvenes que se fijan en 
detalles como las lechuzas (figs. 17-18). En la anterior ilustración podemos ver 
una figura que emerge de la decoración apuntando a una lechuza con su arco.  
		 
		
Una 
escena similar se encuentra en el Hagadá Catalán del siglo XVI anteriormente 
en posesión del Conde de Crawford y Balcarres (Londres), ahora uno de los 
tesoros de la John Rylands University Library (Manchester, Hebrew MS. 6): un 
híbrido fantástico amenaza con su flecha, desde abajo, a una lechuza.
Mayores y pequeños quedarían cautivados por la pelea de gallos con la extraña y grotesca figura semidesnuda montada sobre ellos, o la ilustración de la Pascua: un hombre con el cuchillo en la mano izquierda llevando un cordero. El hecho de que la figura del mal hijo esté representada por un soldado armado, un mercenario, probablemente refleja las tristes experiencias de los judíos medievales. El hijo sabio se representa en la hermosa figura de un estudioso envuelto en un manto verde.
Nuestro manuscrito está en un estado de conservación bastante malo. Los 
pigmentos eran de inferior calidad en el momento de su creación, y la manera de 
trabajarlo también deja mucho que desear. A consecuencia del uso continuado, los 
colores y el oro se han perdido en muchos puntos y fueron reemplezados por 
materiales de peor calidad; y este procedimiento parece haberse repetido varias 
veces. 
Los márgenes del manuscrito están mutilados: a lo largo de los siglos 
fue varias veces reencuadernado y los márgenes repelados, dañándose las 
ilustraciones marginales. A pesar de todo ello, sin embargo, el manuscrito es 
aún un preciosísimo testimonio de la historia cultural —aparte de su importancia 
religiosa— y una de las joyas mayores del arte medieval en su conjunto. El 
lector curioso puede acudir al espléndido facsímil recientemente publicado 
acompañado por un estudio de Gabriele 
Sed-Rajna. La detallada descripción de las ilustraciones es muy relevante 
porque en muchas ocasiones, debido al estado de la obra o a haberse perdido la 
secuencia exacta de las escenas, son difíciles de interpretar hasta por el ojo 
más avezado.
